FRANCISCO JAVIER
Biografía:
El mayor Francisco Javier Arana pertenecía a una familia de clase media baja. Sus padres eran mestizos, como la gran mayoría de guatemaltecos y en sus facciones predominaba el ancestro indígena. En 1944, el agregado militar de la embajada de los Estados Unidos de entonces, coronel Morgan, lo describió así:
· «Educación: poca cultura y refinamiento
· Características mentales: su inteligencia está por encima del promedio, y tiene iniciativa e intuición para ver la situación global
· Naturaleza emocional: valiente y estable. Estoico tipo indio.
· Características personales: muy ambicioso y tenaz en sus propósitos. Un alto sentido de la responsabilidad
· Relaciones interpersonales: es estimado por sus superiores, similares y subalternos. Tiene grandes cualidades de liderazgo.
· Lealtad: leal bajo circunstancias normales
· Preferencias políticas: fuertemente nacionalista. Favorece un poco a los Estados Unidos.»
Por otra parte, personas que lo conocieron lo describieron como inteligente y buen conversador, aunque no tenía facilidad para hablar en público y prefería grupos pequeños; no tenía educación formal, pero era curioso y había leído bastante -en comparación con los otros oficiales de línea, quienes eran prácticamente analfabetos-. Generoso con sus amigos y gracioso para contarles historias, por lo que lo consideraban como un «buen compañero».
Revolución de 1944
En octubre de 1944 la Revolución Guatemalteca derrocó al general Federico Ponce Vaides. Arana -comandante de la Guardia de Honor, entonces la unidad militar más poderosa del país-jugó un papel decisivo en la revolución de 1944, pero se unió a los alzados en el último momento y sólo cuando su amigo y principal complotista, el mayor Carlos Aldana Sandoval, perdió el valor a la hora decisiva.
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Gobierno de Juan José Arévalo
El presidente Juan José Arévalo Bermejo inició su gobierno en 1945, y desde el principio utilizó un lenguaje a veces disociador, que empezó a polarizar a la sociedad guatemalteca, causando entre los terratenientes la sensación de que sólo era el gobernante de una parte de los guatemaltecos. En el libro «Despacho Presidencial» de Arévalo, se observa que el gobierno se inició con sanciones a la oposición, intervencionismo económico del Estado -con la emisión de la «Ley de Emergencia Económica»- y un decidido apoyo a un movimiento sindicalista recién surgido. Así entonces, las fuerzas de oposición al gobierno arevalista revolucionarios moderados y «ubiquistas»- poco a poco fueron marginadas y empezaron a temer la implementación de un socialismo en el país. Por otra parte, es importante destacar que el presidente Arévalo tomó posesión con poder limitado, restringido por los militares, que estaban acaudillados por el teniente coronel Arana. Arana y Árbenz fueron ascendidos al grado de coronel y teniente coronel, respectivamente.
Decisión entre elecciones y golpe de estado
Según la constitución guatemalteca vigente en 1949, para que un oficial del ejército pudiera participar en las elecciones presidenciales debía renunciar a las fuerzas armadas en mayo de 1950, es decir seis meses antes de los comicios.20 Arana se vio entonces en la encrucijada entre el camino legal y el golpe de estado, pues perdería su poder sobre el ejército al iniciar su candidatura presidencial, la cual se veía cada vez más débil. Ahora bien, el sucesor de Arana como jefe de las Fuerzas Armadas era elegido por el Congreso de Guatemala entre tres nominados postulados por el Consejo Superior de la Defensa (CSD), ente formado por veintitrés oficiales, que incluía a Arana y a Árbenz como miembros por ser los mayores jerarcas militares del país, pero que también incluía miembros que eran electos cada tres años. Arana sabía que su sucesor iba a ser un oficial no-aranista y decidió influir en las elecciones del CSD de 1949; las reuniones dentro del CSD fueron tensas y no se llegó a ningún acuerdo, más que posponer las elecciones de nuevos miembros para julio de 1949. El viernes 15 de julio finalmente los aranistas se doblegaron y aceptaron que el voto fuera libre en las zonas militares y que los comandantes locales no supervisaran las votaciones.
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